ARGENTINA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) El momento del día que los niños de El Impenetrable más esperaban, era cuando la profesora los llevaba al comedor popular que Cáritas mantiene en esa zona del Chaco, una de las provincias más pobres de Argentina. El viernes, los chicos hallaron que el local estaba cerrado.
Entristecida, la administradora Rosa Sánchez explicó a la maestra que la organización había tenido que clausurarlo por falta de dinero. El plato de garbanzos con ensalada, acompañado de frutas de temporada, era la única comida abundante que los menores, en su mayoría indígenas, recibían cada día.
Una semana después de que la presidenta Cristina Fernández anunciara un plan para combatir la pobreza y el paro, mediante una inversión de 1.500 millones de pesos (unos 270 millones de euros), resulta que no hay dinero para esas viandas.
Lía Miña, coordinadora de los programas de ayuda de Cáritas, informó de que al menos 40 de los 60 locales que la organización tiene distribuidos por aquella provincia del norte argentino se enfrentan a un cierre inminente debido a que hace dos meses que el Ministerio de Desarrollo no les transfiere un centavo. El gobierno aportaba 1,85 pesos por cada ración de comida. Cáritas completaba el resto por medio de colectas o donaciones.
El orden de prioridades según el cual se reparte el dinero de los contribuyentes no siempre se ajusta a los principios de justicia social que Cristina Fernández defiende desde la tribuna. Hace cuatro días, el gobierno firmó un acuerdo con la Asociación de Fútbol de Argentina (AFA) para que los partidos sean transmitidos gratuitamente por los canales de aire y para cubrir el déficit que han acumulado los clubes.
El convenio implica un desembolso de 600 millones de pesos (unos 10.7 millones de euros). Una suma que alcanzaría para alimentar a las bocas hambrientas de Chaco, donde el 35% de los niños están desnutridos, y a las de Santiago del Estero, Formosa, Tucumán, donde el 15% de la población depende de las ollas comunes para alimentarse.
En Los Piletones, un municipio al sur de Buenos Aires, la organización Red Solidaria da de comer a 1.664 personas. "El año pasado a duras penas nos arreglábamos para alimentar a 1.200 vecinos. Sin ayuda del gobierno y con el precio de los productos básicos trepando a las nubes, esto no puede funcionar. Estamos sentados sobre un polvorín que en cualquier momento puede estallar", advierte Marie Pierre, responsable de la sede provincial de Red Solidaria.
La crisis alimenticia también alcanza a las provincias con un nivel socio-económico más alto, como la sureña Neuquén, donde por falta de recursos, la organización Pastor Ramírez fusionó tres comedores en uno.
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