martes, 12 de mayo de 2009

Argentina: ¿El principio del fin de la ``era K''?


Por Andrés Oppenheimer



EE.UU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Asiete semanas de las muy esperadas elecciones legislativas del 28 de junio, hay un consenso en círculos políticos argentinos de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner perderá la mayoría en el Congreso, y de que habrá cambios políticos importantes en el país.


Después de una visita de una semana a la Argentina, cuesta creer que el país se prepara sólo para renovar el Parlamento. Hay tal estado de efervescencia política, que uno podría pensar que el país se está preparando para una crucial elección presidencial.
El ex presidente y actual líder del partido de gobierno Néstor Kirchner --esposo de la presidenta, y quien según la creencia generalizada aquí todavía toma las decisiones en el Palacio de Gobierno--, dijo el 27 de abril que si la oposición obtiene la mayoría en el Congreso, la Argentina se encaminará hacia el ''caos''. La presidenta Fernández de Kirchner dijo unos días más tarde que si las elecciones no le son favorables, el país ``va a explotar''.
La presidenta ha gobernado hasta ahora con una mayoría de 135 diputados sobre un total de 257 escaños en la Cámara Baja. Pero las encuestas muestran que, casi con certeza, perderá las elecciones legislativas en provincias clave como Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y Córdoba, lo que la dejaría con alrededor de 120 diputados leales a su Gobierno.
Si además de eso, el Gobierno pierde la provincia de Buenos Aires --que representa el 38 por ciento de la población total del país--, las consecuencias serían aún más catastróficas para la pareja gobernante. Los líderes de la oposición ya están saboreando lo que muchos llaman el principio del fin de la ``era K''.
Aunque son pocos los que esperan que la presidenta renuncie, varios políticos bien posicionados me dijeron que la pérdida de la mayoría legislativa forzará a los Kirchner a pasar de ejercer un poder casi absoluto a ejercer un ``poder condicionado''.
Un Parlamento con mayoría opositora obligaría a la pareja presidencial a dejar atrás su estilo autoritario y confrontacional, y a empezar a negociar con gobernadores y legisladores de su propio partido que ya no responderán a sus órdenes, según afirman políticos opositores y allegados al Gobierno.
¿Habrá caos en la Argentina si gana la oposición, como aseguran la presidenta y su marido?
El diputado Francisco de Narváez, candidato a la reelección de su banca como uno de los líderes del ala antikirchnerista del partido gobernante, dice que no lo cree.
''Se va a ganar un equilibrio, en el que la presidenta va a tener que ir al Parlamento a tratar los temas, cosa que ahora no hace'', me dijo De Narváez. ``Va a haber una Argentina más equilibrada, con los equilibrios propios de una democracia que sale de la turbulencia en la que los Kirchner la ha colocado''.
El secretario general del partido gobernante, Alberto Fernández, quien fue jefe de Gabinete del ex presidente Kirchner desde el 2003 hasta el 2008 y ocupaba hasta hace poco el mismo cargo en el Gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner, me dijo que los Kirchner son pragmáticos, y que muy probablemente se acomodarán a las nuevas circunstancias.
''Tener un Congreso repartido no es un problema que la vaya a afectar, porque ella tiene muchísima experiencia en la actividad legislativa'', me dijo. ``En todo caso, tendrá que volver a recordar sus años de legisladora para promover un sistema de diálogo que le permita ir consensuando cosas''.
Y si el Gobierno pierde bancas en el Congreso, eso no significa necesariamente que salga muy debilitado de la elección, ya que la oposición está muy fragmentada, agregó Fernández. Nadie garantiza que la oposición vote unida en contra del Gobierno, explicó.

Mi opinión:

Aunque no soy un gran admirador de la pareja gobernante --su costumbre de echarle la culpa constantemente a otros por los males del país ha ahuyentado tanto a los inversionistas nacionales como a los extranjeros, entre otras cosas-- hay que tener la esperanza de que la presidenta termine su mandato. Argentina tiene una triste historia de golpes militares y renuncias presidenciales anticipadas que debería quedar atrás, y para siempre.
Es cierto que existe la posibilidad, como está sucediendo ahora en Venezuela, de que una elección adversa lleve a la presidenta a radicalizarse. Eso, sumado a la caída de casi 2 por ciento de la economía argentina que se espera para este año, después de varios años de crecimiento a tasas de 9 por ciento, podría llevar al país a un nuevo período de inestabilidad.
Pero lo más probable es que las elecciones del mes próximo le pongan un freno al estilo avasallador del matrimonio presidencial, y que restablezcan un sistema de pesos y contrapesos en la política nacional. Eso sería un paso adelante para el país, que lo podría reencausar hacia un mejor futuro.

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