COSTARICA-.( AGENCIALAVOZ.COM ) La exposición que experimentan los sacerdotes, predicadores o pastores que evangelizan a través de la radio y la televisión los convierte en un blanco fácil cuando se ven envueltos en escándalos relacionados con abusos deshonestos, estafas o relaciones amorosas.
El caso más reciente es el del padre Alberto Cutié. Este carismático y conocido sacerdote puertorriqueño confesó su noviazgo con una mujer, luego de que salieron publicadas varias fotos en las que aparece en una playa en poses comprometedoras con la greco-guatemalteca Ruhama Canellis.
Costa Rica no escapa a este fenómeno. De hecho, los curas Minor Calvo y Enrique Delgado han tenido que descontar sus faltas en la cárcel y han sido criticados por muchas personas, inclusive por aquellas que eran sus seguidoras.
Estos son solo tres casos de sacerdotes que han atraído a miles alrededor del mundo, a través de los programas que tienen en la radio o en la televisión.
Sin embargo, pertenecen a un fenómeno mediático que empezó en la década de los 80. En aquel momento, el predicador estadounidense Jimmy Swaggart era conocido por su programa de televisión, en el cual condenaba la falta de honestidad y las relaciones extramatrimoniales. Por ello, el escándalo fue enorme cuando él fue descubierto con una prostituta.
La religión y los medios –radio o TV– forman la combinación que los lanza a la fama; sin embargo, esta se convierte en un arma de doble filo cuando los religiosos cometen una falta a sus creencias o un delito penado por la ley y esto se vuelve de dominio público en un santiamén.
Los evangelizadores son “crucificados” en los mismos medios que los dieron a conocer.
Opiniones. ¿Por qué se da este fenómeno? El padre Guido Villalta, vicario general de la Arquidiócesis de San José, detalló que los sacerdotes que tienen mayor capacidad de comunicación obtienen trabajos en los medios de comunicación y, lógicamente, logran mayor proyección y se convierten en figuras públicas.
La comunicadora y socióloga Eyleen Alfaro explicó que sacerdotes, pastores o predicadores adquieren tantísima proyección y seguidores porque las personas se aferran a ellos para satisfacer sus necesidades personales, en este caso espirituales.
La gente se identifica con los evangelizadores, tanto cuando alcanzan su máxima popularidad como cuando cometen alguna falta y queda al descubierto.
El Vicario General destacó que, al trabajar en los medios de comunicación, la gente idealiza a sus guías espirituales y piensa que no van a fallar.
Villalta reconoce que la realidad es que, a pesar de la investidura religiosa de estas figuras públicas, son seres humanos y, como tales, pueden cometer errores.
Al estar expuestos en los medios de comunicación, su error se vuelve escándalo. “Si este mismo error lo tuviera otro, que no es conocido, casi no pasaría nada en la imagen. Muchísimo tiene que ver, casi más que el error en sí, la imagen que se tiene de esa persona”, manifestó Villalta.
Víctor Quirós, pastor del Centro Cristiano de Cartago, coincidió con Villalta. “El problema es que cuando un predicador, un pastor o un sacerdote salen en televisión o radio, y son figuras muy reconocidas, entonces se hace escarnio de su debilidad... Nadie que sirva a Dios deja de ser humano”, dijo.
Para él, toda persona merece una segunda oportunidad y la gente no debería tolerar la idea de que los medios de comunicación despellejen a los religiosos que cometen errores.
Eso sí, Quirós dijo que no es lo mismo “pecar que vivir en el pecado”, por ello, cree que los evangelizadores que se restauran y siguen pecando sí deberían retirarse del ministerio.
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